PATERNIDAD RESPONSABLE
Era tu padre. Estaba igual, más joven incluso que antes de su muerte, y
te miraba sonriente, parado al otro lado de la calle, con ese gesto que solía
poner cuando eras niño y te iba a recoger a la salida del colegio cada tarde.
Lógicamente, te quedaste perplejo, incapaz de entender qué sucedía, y no
reparaste ni en el disco que se ponía rojo de repente ni en que derrapaba en la
curva un autobús y se iba contra ti incontrolado. Ya en el suelo, inmóvil y
medio atragantado de sangre, volviste de nuevo tus ojos hacia él y
comprendiste. Era, siempre lo había sido, un buen padre, y te alegró que hubiera
venido una vez más a recogerte.
(Carlos Alfaro)
GUÍA DE LECTURA
1.
El narrador cuenta la historia en segunda
persona (“te quedaste perplejo”). ¿Con quién crees que está dialogando?
2.
¿Qué recuerdo infantil viene a su memoria
en este momento?
3.
El narrador se sorprende de ver a su padre esperándolo
(como hacía en su niñez a la salida del colegio), pero de repente lo comprende
todo. ¿Qué es lo que realmente comprende?
EL
VIGILANTE SERVICIAL
Un empresario catalán tuvo la necesidad imperiosa de abandonar su fábrica textil para asistir en Munich a una importante reunión de negocios. Antes de partir, llamó al vigilante nocturno de la fábrica y le dijo:
-Tengo que ausentarme durante unos días. Ya sabes que se han
cometido varios robos estas noches pasadas en algunas fábricas del polígono.
Procura estar muy atento mientras estoy fuera.
-Verá, señor –dijo el vigilante-. Quizá sea una tontería lo que
voy a preguntarle. ¿Piensa viajar en tren?
-En efecto, tomaré un tren nocturno de literas Barcelona-París,
y desde allí, un tren expreso París – Munich.
-Es que anteanoche me soñé que el tren Barcelona – París, con el
número 333 descarrilaría en el kilómetro 333. El sueño era muy difuso, pero
recuerdo la imagen de la luna en el cielo y... la de cientos de víctimas.
-Mira, Andrés, no te ofendas, pero no creo mucho en los sueños
proféticos. Haré ese viaje.
Pero, esa misma noche, llamó al servicio de
información de RENFE y preguntó: “¿Podría decirme cuál es el número del tren
que sale mañana para París a las nueve treinta?”. “Por supuesto, señor
–contestaron-. Es el número 333”. Sorprendido por tal coincidencia y a pesar de
su incredulidad por las premoniciones del sueño, decidió postergar el viaje.
En la mañana posterior a su retrasado viaje
puedo comprobar que todas las cadenas de televisión abrían sus programas
informativos con un suceso espeluznante: “Docenas de víctimas mortales y
centenares de heridos en un accidente ferroviario. El tren Barcelona-París
descarrilla por causas desconocidas en un tramo completamente recto.
Concretamente en el kilómetro 333 del trayecto. Las autoridades del país vecino
aún no tienen una versión fidedigna de lo sucedido...”.
El empresario, sobrecogido, llamó al
vigilante y le dijo:
-Probablemente me hayas salvado la vida, pero no quiero verte ni
un minuto más. Toma mil euros como gratificación. ¡Estás despedido!
¿Cómo pudo comportarse
el empresario de un modo tan ingrato? ¿Qué fue lo que el vigilante le dijo que
lo decidió a despedirlo?
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