EL
GESTO DE LA MUERTE
Un joven jardinero persa dice a su príncipe:
-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta
mañana: me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en
Ispahan.
El bondadoso príncipe le presta sus
caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:
-Esta mañana, ¿por qué le hiciste a
nuestro jardinero un gesto de amenaza?
-No fue un gesto de amenaza -le
responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahan esta mañana
y debo tomarlo esta noche en Ispahan.
(Jean Cocteau)
GUÍA DE LECTURA
1.
¿Qué
tipo de narrador relata la historia? ¿En el diálogo se emplea estilo directo o
indirecto?
2.
El
cuento se sitúa en Teherán. ¿Por qué quiere el jardinero marcharse a Ispahan,
trescientos kilómetros al sur? ¿En qué nación se localiza el relato?
3.
¿Por
qué la muerte se sorprende al verlo esa mañana en casa del príncipe?
4.
¿Qué
cree el jardinero que está haciendo? ¿Qué sabe el lector que va a suceder?
EL
ESPÍA CAUTO
¡Había que penetrar con uniforme de las SS en la fortaleza y matar a Heinrich Himmler que por aquellos días visitaba a las tropas!
Contado así, como esa misma mañana hizo el
comandante Moore, hasta parecía un plan razonable.
-Le
reitero, capitán, la importancia de la misión, así como los riesgos que corre.
Si tiene alguna duda, este es el momento de abandonar.
-No,
comandante, lo haré.
-Bien,
capitán. En esta guerra necesitamos a hombres como usted. Me permito añadir
solamente que si es descubierto...
-Entiendo.
Puede estar tranquilo. No me capturarán con vida
Naturalmente, la primera preocupación del
capitán fue la de la consigna. Sin duda los centinelas del gigantesco castillo
austriaco, convertido en uno de los cuarteles generales de las Waffen-SS,
pedirían un santo y seña para entrar, de modo que el capitán inglés esperó a la noche y se acercó
sigilosamente a la puerta principal, ocultándose entre los arbustos. Pronto
pudo escuchar cómo alguien se acercaba. Un potente foco iluminó la explanada
exterior bajo la lluvia y un guardia gritó:
-¡Ocho!
-¡Cuatro! –contestó el recién llegado.
-¡Cuatro! –contestó el recién llegado.
-¡Abrid
las puertas! ¡Dejadlo pasar!
Minutos más tarde otro visitante fue
detenido.
-¡Catorce!
-¡Siete! -contestó el desconocido y entró en el recinto.
-¡Siete! -contestó el desconocido y entró en el recinto.
El capitán no lo dudó más. Salió a la
explanada y esperó el grito del guardia:
-¡Doce!
-¡Seis!
-¡Seis!
Pero
en ese instante rasgó el silencio el agudo ulular de una sirena, al tiempo que
alguien vociferaba: “¡Disparad, disparad! ¡Es un espía!”.
¿Cómo
pudo equivocarse? ¿Cuál era, en realidad, la consigna para entrar en el
castillo?
PISTA
Pasaron los minutos y un nuevo visitante se
acercó hasta la entrada del castillo. El guardia gritó: “Trece”, y él contestó:
“Cinco”. Desde el castillo gritaron: “¡Abrid las puertas ¡Dejadlo pasar!”
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