lunes, 10 de julio de 2017

El gesto de la muerte


EL GESTO DE LA MUERTE
  
   Un joven jardinero persa dice a su príncipe:
         -¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana: me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahan.
   El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:
         -Esta mañana, ¿por qué le hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
         -No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahan esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahan.
   (Jean Cocteau)
GUÍA DE LECTURA

1.    ¿Qué tipo de narrador relata la historia? ¿En el diálogo se emplea estilo directo o indirecto?

2.    El cuento se sitúa en Teherán. ¿Por qué quiere el jardinero marcharse a Ispahan, trescientos kilómetros al sur? ¿En qué nación se localiza el relato?

3.    ¿Por qué la muerte se sorprende al verlo esa mañana en casa del príncipe?

4.    ¿Qué cree el jardinero que está haciendo? ¿Qué sabe el lector que va a suceder?


EL ESPÍA CAUTO

   ¡Había que penetrar 
con uniforme de las SS en la fortaleza  y matar a Heinrich Himmler que por aquellos días visitaba a las tropas!
   Contado así, como esa misma mañana hizo el comandante Moore, hasta parecía un plan razonable.
-Le reitero, capitán, la importancia de la misión, así como los riesgos que corre. Si tiene alguna duda, este es el momento de abandonar.
-No, comandante, lo haré.
-Bien, capitán. En esta guerra necesitamos a hombres como usted. Me permito añadir solamente que si es descubierto...
-Entiendo. Puede estar tranquilo. No me capturarán con vida
   Naturalmente, la primera preocupación del capitán fue la de la consigna. Sin duda los centinelas del gigantesco castillo austriaco, convertido en uno de los cuarteles generales de las Waffen-SS, pedirían un santo y seña para entrar, de modo que el capitán inglés esperó a la noche y se acercó sigilosamente a la puerta principal, ocultándose entre los arbustos. Pronto pudo escuchar cómo alguien se acercaba. Un potente foco iluminó la explanada exterior bajo la lluvia y un guardia gritó:
-¡Ocho!
-¡Cuatro! –contestó el recién llegado.
-¡Abrid las puertas! ¡Dejadlo pasar!
   Minutos más tarde otro visitante fue detenido.
-¡Catorce!
-¡Siete! -contestó el desconocido y entró en el recinto.
   El capitán no lo dudó más. Salió a la explanada y esperó el grito del guardia:
-¡Doce!
-¡Seis!
    Pero en ese instante rasgó el silencio el agudo ulular de una sirena, al tiempo que alguien vociferaba: “¡Disparad, disparad! ¡Es un espía!”.

   ¿Cómo pudo equivocarse? ¿Cuál era, en realidad, la consigna para entrar en el castillo?


   PISTA

   Pasaron los minutos y un nuevo visitante se acercó hasta la entrada del castillo. El guardia gritó: “Trece”, y él contestó: “Cinco”. Desde el castillo gritaron: “¡Abrid las puertas ¡Dejadlo pasar!”

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